Lucía Rodríguez González

sábado, 30 de julio de 2011

De cuentos

-          Surgen solos, sin pensarlo.
-          ¿En serio? Es difícil de concebir. ¿Cómo pueden nacer por sí solos, inventarse a sí mismos?
-          Bueno… no lo sé. Tampoco estoy segura de que sea exactamente eso. No… la verdad es que cuesta imaginarse que puedan aparecer sin más de la nada.
-          ¿Entonces? Creí que era eso lo que estabas diciendo.
-          No, no… verás, simplemente, están ahí. Están ahí, en mi cabeza, en la tuya, en la de cualquiera que piense en ellos, incluso… claro, ¿por qué no?, también en las de aquéllos que ya no piensan, o que nunca lo han hecho, o que nunca tuvieron la suficiente imaginación. Pero existen, los cuentos están ahí, es como su limbo, ¿entiendes?, esperando a que alguien les dé forma, los cuente o los escriba, o ambas cosas. Y entonces es cuando realmente nacen.
-          Así que es… ¿como un río, por ejemplo?
-          ¿Un río? Sí… sí, es un buen paralelismo. Un río que siempre está ahí, fluyendo, hasta que alguien se acerca a la orilla con un vaso y se atreve a coger de él un poco de agua y beberla.
-          Eso es muy romántico. Muy becqueriano.
-          Probablemente lo sea.
-          Nunca me había parecida lógica esa idea. Nunca había podido creérmelo.
-          Ya. Ni yo tampoco. Bueno… hasta ahora, claro.


martes, 26 de julio de 2011

Las arenas del tiempo

Una por otra. Día tras día. Un disgusto, una carcajada. Y la vida siempre, siempre continúa.

No importa lo que pase; lo escalofriante o lo maravilloso que sea un acontecimiento, que le ocurra a una sola persona o a millones de ellas, el ruido que haga, el silencio que deje, las lágrimas o las sonrisas que nos cueste. Porque todo sin excepción seguirá el curso del tiempo, y empiezo a creer que sus aguas son capaces de arrastrarlo todo, o al menos sí de erosionarlo.

¿Triste? Bueno... lo dudo. No siempre es triste olvidar. Y nunca lo es recibir las cosas nuevas, ya buenas o malas, si nos empeñamos, como buenos seres humanos que somos, en clasificarlas de ese modo. Simplemente es así. Y seguramente lo sea por algo.

Una por otra. Día tras día.

Aunque sea conveniente tener presente también el pasado [ :) ], la vida es demasiado emocionante como para pasársela contemplando huellas.

Un disgusto, una carcajada.

Y tengo que decir que a lo largo del día son muchas, muchísimas más las carcajadas que los disgustos.
Hace un par de días me desperté a mí misma riéndome en sueños.

Y la vida siempre, siempre continúa.



<< The sands of time were eroded by the river of constant change >> (Genesis, Firth of Fifth)