Ojalá fuese así, pero no. Se trata de una declaración de asco que nadie o casi nadie leerá, que yo misma olvidaré, por fuerza, en apenas unas semanas, y que por supuesto no trascenderá de ningún modo en la sociedad ni en los acontecimientos.
Esta declaración de asco, al menos, me servirá para reproducir la rabia en un futuro próximo o lejano, cuando vuelva (si es que lo hago) a echar un vistazo a mi pobre blog abandonado. Eso espero.
Mi declaración de asco se materializa casi a diario a través de chistes, imágenes manipuladas y parodias varias, jugando con el humor absurdo y ácido en críticas probablemente y a pesar de todo demasiado sutiles. No soy la única que lo hace. Son varios cientos de miles de imágenes y textos satíricos los que se comparten cada hora en todas las redes sociales, atacando las principales incongruencias sociales de las que formamos parte todos ahora mismo.
Yo prefiero éstas, y no las más serias, porque siempre he dicho que el humor es en sí mismo un mecanismo de supervivencia. Tristemente, cada día que pasa me resulta más difícil de digerir toda la mierda de la crisis, que no es tanto económica como social, ni es tan grande la carencia de recursos como la de prioridades racionales.
Sin perspectiva ninguna de encontrar un trabajo remunerado, ya no en lo mío, sino en cualquier cosa: difícil incluso conseguir curro de dependienta o camarera, milagrosamente una compañera oyó que su jefa necesitaba sustituta, y me cogieron para trabajar por unos meses. Os prometo que en mi casa fue una alegría increíble que me hubiesen contratado para 6 horas semanales (ojo al dato), a 8 euros la hora, para un puesto que requería que, aparte de esas horas oficiales, pasase aproximadamente otras tantas preparándome previamente (a la vez que continuaba con mi tesis).
Esta semana hace unos tres meses que trabajo en esta empresa, sin haber visto ni un solo céntimo todavía. Tres meses sin cobrar y sin que me hicieran contrato. Con mucha vergüenza, y después de mucho tiempo de plantones y de largas, tuve que plantarme en el portal de esta señora para que me pagase las horas trabajadas hasta ahora, porque además se negaba a darme todo lo que me debía, alegando que yo, que no he percibido ni medio euro en tres meses, le he causado gastos; llegó a decirme, cargada de razón, que yo no tengo conciencia, que debería salir de mí el pedirle por favor que me quitase parte del sueldo negociado. Esto no es ciencia ficción. Es la pura realidad: una mujer que gana muchos miles de euros anuales, intentando regatearme a mí buena parte de los escasos 600 euros que me debía. ¿Por qué? Porque soy joven, porque quiero ganar dinero, aunque sea poco, para empezar a mantenerme sola, que ya va siendo hora. Porque saben que pueden aprovecharse de nosotros.
No sé cuál es el número exacto de desahucios y familias echadas a la calle al día. Puede que sean decenas, contando los que se conocen y los que se llevan a cabo de forma encubierta y dándoles otras denominaciones eufemísticas, pero con el mismo resultado. Lo que sé es que nos hemos acostumbrado de tal manera a oír este tipo de noticias que ya ni siquiera nos llaman la atención (me incluyo). Lo mismo para la multitud de personas que salen en las noticias porque no tienen acceso a este o aquel tratamiento médico o ayuda social, sin contar los muchísimos casos más que de la misma manera ni siquiera salen a la luz... Y tantas penurias más.
Recuerdo que no hace muchos años, todos los telediarios nos bombardearon durante meses con el terrible problema de los llamados "mileuristas", personas, generalmente jóvenes, que no cobraban más de 1000 euros mensuales. Se consideraba una tragedia social, porque además la mayor parte de esas personas poseían una formación muy amplia, estudios universitarios, idiomas y toda la pesca.
Ahora mismo tengo que escuchar o leer, cuando tengo estómago para ello, cómo la mafia pública que nos gobierna y administra nuestros recursos (me da igual el partido), celebra con todos nosotros que ya seremos solamente (¡!) un 24% de españoles en paro en 2015, y que los que trabajan a jornada completa perciben un salario mínimo que no llega ni a la mitad del mínimo en la mayor parte de los países europeos. No hablamos de la cantidad ingente de personas que están teniendo que exiliarse en busca de un trabajo o de una beca de investigación.
Tenemos que ver a diario cuánto ganan, (y eso es solamente la punta del iceberg, lo sabemos todos), cuánto estafan y roban, y con qué descaro permanecen en sus cargos y siguen mostrando sus jetas a las cámaras; se rascan un poco y la mierda que sacan de ello juegan a tirársela unos a otros, total, solamente tienen que entretenernos el ratito que dura el telediario o la tertulia mañanera, porque después tenemos que ponernos a sobrevivir, matamos unas cuantas horas de nuestras vidas mirando y gritando y rezando por los deportes y programas basura varios, (a los que por cierto también se mantiene con millonadas absolutamente asquerosas), y ya está: se pasó otro día.
Hasta que llega el momento en el que te tocan tu casa, o el dinero que ibas a emplear para comer este mes, o tu familia, o todo a la vez, qué sé yo. Te enfadas, quemas cuatro contenedores, tiras una piedra aquí y otra allí, y te has convertido en delincuente (o en terrorista, según dónde hayas tirado la piedra), y la ley seguirá amparando a quien te estafa, a quien te obliga a callarte, a quien te torea, nunca mejor dicho, al más puro estilo español. Qué sucios perroflautas los que nos congregamos en la calle en el 15-M y derivados, qué violenta la gente de Gamonal, qué ilusas las hordas votantes de Podemos, "pequeñas bestias vegetarianas", nos llamó literalmente y con bastante alegría el señor Sostres en su artículo de opinión en El Mundo, hace pocos meses, a todos los españoles no-ricos que nos quejamos de la situación actual.
Si no hay dinero para mantener una buena Educación Pública, una buena Sanidad Pública, (cuántos años de esfuerzo y de lucha para construirlas, para ahora dejar que esas garrapatas políticas se las fumen en billetes de 500); si no hay dinero para invertir en Investigación y Desarrollo, para que las carreras duren lo que tienen que durar, para crear empleo y mejorar sus condiciones, para la Cultura, para las pensiones... Si no hay dinero para garantizar una calidad de vida mínima para todos los españoles, ¿de dónde salen los millones y millones y millones que se embolsan delante de nuestros ojos estos personajes?
¿Cómo es posible que permitamos, sin poner el grito en el cielo, que Wert, la vergüenza de la Historia de la Educación española (y ya es decir), haga declaraciones como la que se leía recientemente en algunos diarios: "Las familias que no tienen dinero para estudiar, es porque no se quieren privar de otras cosas"? ¿Cómo podemos dejar que gente como Sostres nos mande callar y nos insulte tranquilamente en los periódicos?
"Que muera un pobre es importante para los familiares, pero que muera un rico es trágico para España. Lo fundamental en un país son sus ricos y la turba es intercambiable. Lo que da identidad, elegancia y distinción a un Estado son sus millonarios".
Así iniciaba su artículo este señor, con motivo de la muerte de Emilio Botín. Y es la parte más ligera de todo el texto, quienes lo hayáis leído lo sabréis bien.
Esta es la mentalidad de quienes nos gobiernan, y de quienes los votan, o los votáis. Una pregunta simple: ¿de dónde sale el dinero? ¿de dónde saca el dinero esta gente, para ser millonaria? El vendedor, el empresario, ¿de dónde salen los productos que ofertan? ¿Quiénes están en la tierra trabajando, quiénes en las ventanillas atendiendo al público, quién en las aulas formando a los futuros trabajadores, quién en los talleres tejiéndoles la ropa, quién elaborando los alimentos, quién investigando para curar sus dolencias, quién salvándoles la vida?
Somos absolutamente idiotas. Tanto los que se aprovechan de los que necesitan urgentemente cuatro duros, como los que nos dejamos explotar y faltar al respeto de esta manera. Los unos porque desprecian y minusvaloran a los de abajo, los otros porque temen perder lo poco que tienen, y porque no conocen su propio valor y su propia fuerza.
Y así, sobre esta red de idiotez retroalimentada, mantenemos de mala manera un país que algunos llaman de pandereta, y que a mí me produce asco. Y lo más triste es que nos lo merecemos.
Por idiotas.
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1 comentario:
FRANCAMENTE TIENES TODA LA RAZON. YO YA TENGO UNA EDAD EN LA QUE CUALQUIER POSIBILIDAD DE CAMBIO DA MIEDO, AUNQUE PUEDA SER A MEJOR. PERO CREO QUE HA LLEGADO EL MOMENTO DE DECIR BASTA, DE TOMAR OTRO CAMINO DISTINTO AL QUE LLEVAMOS EN ESTA SOCIEDAD ACTUAL. EL FUTURO ES DE LOS JOVENES, Y SOIS VOSOTROS LOS QUE DEBEIS HACER EL CAMINO.
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