NOTA: Antes de leer esta entrada, es necesario leer la anterior; así podréis entenderla y, además, no se os reventará el final del Relato Extraño I... jejeje...
Os parecerá raro, o demasiado "peliculero", pero esto me sucedió en septiembre del 2007, unos días antes de volver al instituto.
Este tipo de cosas te hacen pensar mucho, no sólo en estas cosas de la Filosofía tipo Matrix, planteándote si siempre serás capaz de discernir entre la vigilia y el sueño, sino también en esos temores oscuros, los más profundos, los que guardas en tu interior desde que eras casi un bebé, y que de vez en cuando vuelven a asaltarte cuando menos te lo esperas.
Yo sé muy bien quién era esa vieja, (la llamo despectivamente a propósito, porque la odio), como lo había sabido, como dije en el relato, desde el primer momento en que la percibí en el sueño.
Es la bruja, mi bruja personal, esa bruja que nació la primera vez que vi "Blancanieves", (imaginaos los años que tendrá...), y, aunque parezca bastante tonto, -incluso a mí me lo parece-, no resulta tan fácil librarse de ella, especialmente cuando jugamos en el campo del subconsciente.
En fin, afortunadamente ya no necesito esconderme cada noche, cuando mi madre me obliga a apagar la luz, debajo de las sábanas y las mantas por mucho calor que tenga, o de temer subir al trastero cada vez que tengo que hacerlo... Y, sin embargo, creo que nunca dejaré de tenerle cierta aprensión a estas situaciones... Como si la bruja, aún con esa sonrisa macabra, quisiera recordarme a veces que, aunque haya conseguido dominarla, ella permanece ahí dentro. "No me olvides", eso es lo que me dice.
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1 comentario:
Es cierto. Yo todavía siento algo por dentro cada vez que subo al desván solo, o cuando le voy a dar a mi hermano el beso de buenas noches... aunque el miedo a la oscuridad creo que ya lo perdí. Estoy muy acuerdo contigo.
Y el Falso aún no se pasa... ¬¬
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